Psicopedagoga, Licenciada en educación, Educadora diferencial, Especialista en trastornos del lenguaje y de la comunicación , Intérprete del dibujo infantil, Auriculoterapeuta, Escritora, Cuentacuentos, Investigadora, Poetisa, Embajadora Chile País de Poetas, Cursando neuropsicopedagogía.
En estos tiempos, en donde nos hemos sentido profundamente solos y solas, es muy importante comenzar a trabajar en nosotros mismos para, así, no afectar a nuestros niños y niñas en su día a día y en un futuro no lejano. Es por eso que, en esta ocasión, me encantaría que comenzáramos a trabajar en nuestros hogares de una manera cercana y directa en el núcleo familiar. Para ello, quiero que me lean directamente desde sus corazones y recuerden los momentos más significativos que vivieron en su infancia. Seguramente, se darán cuenta de que lo más relevante y hermoso estuvo en lo más sencillo, quedando plasmado en sus corazones. Es por ello que hago un llamado urgente a los integrantes de todas las familias que están leyendo este artículo a abrazarse física y espiritualmente, y encontrar aquellas instancias que promuevan la unión y el encuentro entre cada uno de los integrantes, en donde el objetivo principal sea el bienestar familiar.
A continuación me gustaría poder recordar que la base de nuestra sociedad es la familia, y la escuela es el complemento perfecto para una formación integral en nuestros niños, niñas, jóvenes y , por supuesto, lo ha sido también para cada uno de nosotros. Desde la antigüedad, filósofos, historiadores y grandes pensadores llegaron a esta misma conclusión, que la familia es la célula principal de esta sociedad, en donde se aprenden valores, se imitan conductas, se conforman sueños y fortalezas. Así como, también, podrían destruirse ilusiones, metas e ideales. Es por eso que me parece de gran relevancia en esta época en donde todos nos hemos mantenido encerrados por largo tiempo, la importancia de buscar instancias significativas, que nos construyan y no destruyan, que nos abracen y no nos golpeen. Debemos darnos cuenta y ser capaces de generar un clima familiar de crecimiento, seguridad, calor y armonía, en donde todos los integrantes se sientan dichosos y felices de ser la familia que son. Disfrutar de momentos juntos, ver una película, tomar una tacita de té, conversar. Y es ese el eje fundamental respecto del cual me quiero centrar. Quiero invitar, a través de este artículo, a realizar algunos ejercicios familiares que yo ya llamo “Instancias de mesa”. En estas instancias de mesa, lo relevante es el diálogo que se genera entre la familia. Si no lo han hecho antes, quizás cueste al principio, pero es alrededor de la mesa, alrededor de un plato de comida que, desde los tiempos ancestrales, se transmiten las historias, el conocimiento, las historias del día, en fin, el amor. La conversación que se genera en este momento de mesa es la que nos permite conocer al otro, ver a través de la ventana que abre cada integrante su mundo interior, sus deseos, añoranzas, pesares y alegrías.
Por lo anteriormente dicho, te quiero dejar una tarea: determinen un día especial para cenar (sin televisión, sin música, sin celulares) preparen algo rico para esta cena, con lo que tengas y con lo que se pueda de tu despensa. Pongan el mantel de la abuela, decoren con una flor, busquen las velas y entre todos preparen esta “instancia de mesa”, ya que es tiempo de conversar, descubrirnos y redescubrirnos. Abrácense con la palabra. Refúgiense en sus consejos. Y, lo más importante de recordar: “son familia”.
Con cariño.
Angelina.