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BELEM ABRAHAM, LA VOZ QUE CAUTIVA Y EMOCIONA

BELEM ABRAHAM, LA VOZ QUE CAUTIVA Y EMOCIONA

Por: Marcelo Mallea H.-

Recordamos esta entrevista con destacada Mezzo Soprano sanbernardina Belem Abraham, a propósito de su presentación en una las ediciones del Festival Nacional de Folklore de San Bernardo.

He aquí una entrevista que resume su figura como artista, gestora e incansable difusora del canto lírico, junto al músico Sebastián Molina, con quien formó el Dúo “Encuentro de Dos Mundos”.

Ambos han recibido premios y reconocimientos por su aporte a la cultura en Chile y el extranjero y en el año 2013 grabaron su primer disco con música española y chilena. Su versatilidad como intérpretes los ha llevado a participar en festivales de música clásica y popular en Chile, México, Colombia, Perú y Argentina y desde el año 2014 representan en Chile a la red de festivales internacionales “Sonamos Latinoamérica”.

A continuación, transcribimos la entrevista realizada exclusivamente para La Voz de San Bernardo.

Belem, algunos momentos imborrables que recuerdes de tu niñez que más llamaron tu atención y gracias a esto comenzaste con tu carrera.

Recuerdo haber aprendido de memoria algunas arias de la ópera “La Traviata” de Giuseppe Verdi que escuchaba mi abuela materna, vivíamos todos en una casa muy grande, adelante vivía mi abuela, unos tíos y primos. Ella escuchaba en las tardes ópera en la radio Beethoven y yo iba memorizando y tarareando algunos fragmentos de óperas. (yo, tenía como 4 a 5 años).

También recuerdo de mi niñez cuando tenía como 12 años haber encontrado un cassette de música hebrea, que tenía mi papá creo que se lo regaló un amigo y él lo guardó por mucho tiempo. Comencé a escucharlo por la curiosidad que me provocaba que estuviera en otro idioma, así que lo escuché cada día por unas dos semanas hasta que me lo aprendí de memoria, el texto, la música, incluso creía que sabía qué decía sólo por sentir la música, así que comencé a realizar pequeños conciertos en mi casa, en donde interpretaba esta música a mis papás o a cualquier persona que nos visitara. Junto con estas experiencias estudiaba piano con algunos maestros esporádicos que conseguía entre la iglesia que iba y mi mamá que quería que yo estudiara música.

Y, ¿cuáles son tus principales influencias familiares o profesionales que impulsaron tu carrera?

Mi principal influencia familiar fue siempre mi madre, porque ella era quien me incentivaba a estudiar instrumentos y a cantar, porque ella canta desde siempre y creía que era importante que me educara desde el lado más artístico. Y mi mayor influencia y quien ha ayudado mucho a mi carrera y a estabilizar mi voz ha sido mi maestro de los últimos años, Gonzalo Cuadra. Él ha impulsado mis conocimientos musicales, y de repertorio de ópera, ha sido quien me ha dado mayor repertorio según mi registro y mis cualidades vocales, él es quien siempre acierta en el repertorio perfecto para mi tipo de voz.

Cuéntanos cómo fue tu paso por el sur de Chile.

No le llamaría “paso” porque ha sido más una enriquecedora convivencia, sobre todo para mí. Hice clases a niños que jamás habían tenido un acercamiento con la música, y he realizado conciertos en los que he interactuado con gente espléndida que ha sabido apreciar y entender el estilo que estamos desempeñando, haciendo que una se sienta parte de la maravillosa actividad cultural que se desarrolla en la comuna.

¿Por qué Violeta y Víctor ocupan un lugar importante en tu repertorio?

Porque me parece interesante, y sin duda un gran desafío interpretar obras de ambos compositores, que tal vez parecen simples o comunes sus composiciones, pero que para poder llevar a cabo de justa manera se debe hacer un gran trabajo musical e interpretativo, incluso de investigación, por un lado Víctor Jara con pasajes musicales bastante exigentes, y que se desempeñan a mi gusto en el registro de tenor, también tenemos otro caso, el del “Gavilán” de la Violeta Parra. Esta es una pieza que se asemeja a una cantata da camera, que estaba escrita para una voz con un texto profano como el modelo de principio del siglo XVII; siendo de una estructura similar y que debe interpretarse de una manera más lírica. Esta pieza tiene distintos movimientos y momentos de interpretación, como recitativos y momentos compositivos  de tal manera que se asemeja a las arias de ópera.

Relata tu experiencia como embajadora cultural de Chile.

Mi experiencia ha sido enriquecedora porque en los países hermanos de latinoamérica, hay una necesidad latente de conocer lo que es nuestra música, y nuestras influencias. Además, por supuesto de estar feliz de representar a Chile, y a San Bernardo. En este sentido pude realizar charlas sobre nuestra música como en Bogotá en donde la música se caracteriza por ser mayoritariamente instrumental, a diferencia de nuestra poesía hecha música en manos de Víctor y Violeta.

¿Cómo conociste a tu actual compañero de vida?

Nos conocimos en la universidad dónde estudiábamos, coincidimos en el ramo de música de cámara donde comenzamos a tocar repertorio español, desde ahí nace nuestro dúo, y comenzamos a trabajar juntos en un proyecto que consistía en nuestra primera gira como dúo en Santiago, de esta manera nos hicimos amigos y luego nació una relación que ha durado ya 5 años.

¿Qué opinas de él como músico y cómo se conectan en los escenarios?

Creo que es un músico completo, además de que es muy estudioso y prolijo con todo lo que interpreta, es musical y un muy buen partner de escenario. Escucha muy bien las respiraciones y acompaña en todos los matices. Trabajar con él ha sido un gran aprendizaje musical para mí, porque en general los cantantes líricos trabajamos con pianistas o con grandes orquestas, de una manera solística, pero el trabajo de música de cámara que realizamos juntos exige que la voz y la guitarra tengan una conversación, no un monólogo, este hecho hace que el trabajo sea minucioso y muy exigente. Este trabajo permite que sin mirar al otro puedas escuchar en el escenario y seguir cada matiz que cada instrumento puede brindar.

¿Qué emociones sentiste en el escenario mayor del folklore en San Bernardo?

La verdad es que los escenarios nunca han sido un tema de nervios o ansiedad para mí, comento esto porque en los escenarios extranjeros en los que he estado, siempre me he sentido muy acogida, y muy respetada a la hora de hacer música, pero en el escenario de San Bernardo sentí algo muy especial, era como estar en mi casa, cantando a mi familia, algo ameno y sobrecogedor a la vez. Sobrecogedor porque cuando me paré en el escenario la gente aplaudió espontáneamente, creo que fue  porque vieron a alguien que era parte de ellos mismos, alguien como ellos, común, corriente, más que ver a un instrumento, se vieron a sí mismos, interpretando canciones que se extrañaban y que eran necesarias para recordar en la aparente simpleza de Víctor, quienes somos. También sumándonos al homenaje, sentimos la necesidad de hacer una canción de Margot Loyola; “No me mires” que valió felicitaciones y estrechar lazos de apoyo con Osvaldo Cádiz quien nos demostró su emoción por la interpretación de aquella pieza poco interpretada pero tan hermosa de su esposa.

¿Qué sientes cuando cantas?, ¿cómo logras tocar esa mágica fibra del público durante tus conciertos?

Una felicidad inexplicable de poder hacer música con mi voz y mi cuerpo, de sentir cada nota en el cuerpo, en el alma y de poder ver cómo llega la interpretación a la gente. No sé cómo logro tocar a alguien, sólo siento que somos parte de un todo a la hora de hacer música y creo que eso no lo aprendí a hacer, porque no se aprende, sólo se siente y se transmite en el escenario. Cuando planifico un concierto, no pienso cómo mover el cuerpo o los brazos, o la cabeza, o mirar, eso fluye del instrumento y de la música que se hace en conjunto con los auditores.

¿Cuál fue la motivación de hacer un homenaje a la maestra Margot Loyola?

Nace de la admiración que tengo, de lo que era ella como compositora, pero sobre todo como intérprete. Hay unas piezas que grabó del maestro y gran compositor Luis Advis que fueron interpretadas de una forma más lírica, en ellas se puede apreciar la gran calidad musical y vocal que era capaz de generar Margot, en sus interpretaciones. Elegimos “No me Mires”, porque es una maravillosa pieza, y compleja composición que permite demostrar las cualidades de una interpretación lírica.

Por último, tu participación en la Ópera “María”

Se da la oportunidad ya que mi maestro de canto Gonzalo Cuadra me invita a participar en un concierto que forma parte de una investigación sobre ópera chilena, realizada por el desde hace varios años. Dicho concierto estuvo bajo la dirección de Gonzalo Cuadra, y se interpretaron varias arias, dúos y tríos de óperas chilenas, entre las que estaba el aria de María (1903), de la ópera que lleva el mismo nombre, del compositor chileno Alfonso Leng. Esta ópera nunca llegó a estrenarse y se mantuvo en el olvido hasta este concierto en donde tuve el privilegio y la gran responsabilidad de estrenar la ópera, interpretando esta maravillosa aria quedó inconclusa. Esta interpretación generó la primera crítica de ópera de mi carrera.

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