Cuando leí el libro “Historia de la ciudad de San Bernardo”, del escritor e historiador Raúl Besoaín Armijo, lo primero que llamó mi atención fue la cantidad de información y la rigurosidad con la que fue escrito. Aseguro que es el documento histórico más importante hasta el presente, con sus tres ediciones actualizadas.
Gracias a su mirada, las nuevas generaciones han podido comprender las dimensiones de esta gran ciudad; sí, “ciudad” y no “comuna” como muchos sostienen, poniendo en valor nuestra propia historia.
Cada capítulo es desarrollado de manera abierta, con un lenguaje asequible para su mejor comprensión, ya que se tiende a pensar que la historia en sí es lejana, fría, incluso aburrida, pero aquí se demuestra que el valor de lo “nuestro” es más substancial de lo que se cree.
Basta hacer el ejercicio de viajar por todo Chile, para encontrar en cada rincón sus voces locales, aquellos historiadores que conservan las raíces y la identidad de su comunidad. Ellas y ellos son el alma, el ADN de las ciudades, son quienes saben, valoran, reconocen y reviven (más que el pasado), la manera de vernos y configurarnos, en este caso como “Sanbernardinos” o “Sambernardinos”.
Nos instalamos en el living de su casa, encendemos las cámaras, ponemos nuestros aparatos móviles en modo silencio. Conversamos.
“Por razones de trabajo de mi padre, nací en Santiago, en Cisterna, en ese momento, pero llegué a San Bernardo como de 1 año de edad, más o menos, porque la familia paterna era de San Bernardo. Mi mamá falleció al poco tiempo de nacer yo, y él, con seis hijos, viudo, muy joven, volvió a su casa paterna aquí. Mi tía Adelina se hizo cargo de nosotros”
Hijo de Abraham Besoaín y Raquel Armijo, asegura que siempre ha vivido en San Bernardo, que sus raíces están aquí.
- ¿Cómo recuerda el “San Bernardo” de su infancia? – pregunto
“Sin duda muy distinto, pero no con nostalgia, la verdad, más que nada por el hecho de la tranquilidad. Aquí se llevaba una vida de pueblo, no de ciudad, por ejemplo el comercio cerraba a mediodía y por lo tanto entre la 1 y las 3, 4 de la tarde no había nada. Después abría el comercio y volvía el movimiento. Lo otro es propio de la modernidad, pero echo de menos esa vida, de pueblo, es lo que más se ha perdido” – afirma
Raúl es, como se dice, hijo de la educación pública. Estudió en la Escuela N° 7 y en el Liceo de Hombres (Fidel Pinochet Le-Brun), donde egresó en 1964
“…en sexto de Humanidades tuve un muy buen profesor de historia, don Andrés Orrego Matte, además participé en un concurso histórico ese año, organizado por lo que se llamaba ‘el voto nacional O’Higgins’, que hoy no existe, sobre la Batalla de Maipú. Fue un concurso escolar y obtuve el primer premio; fue mi primer premio.
Entré al Pedagógico a estudiar Historia para ejercer como profesor, eso por una parte, y por otro lado mi familia tenía sus raíces aquí. Quien llegó primero fue mi abuelo Gerardo Besoaín, antes de 1900, no sabría decir cuándo en realidad, no tenemos certeza cuando llegó a vivir, pero él fue una persona muy destacada en San Bernardo; fue regidor en dos períodos, participó en muchas actividades, fue uno de los iniciadores de la Sociedad de Socorros Mutuos que todavía existe; es quizás una de las instituciones más antiguas de San Bernardo, fundó un periódico, “La Opinión”, que después mantuvieron sus hijos, en fin, tenía una trayectoria.
En mi casa, desde niño, escuché las conversaciones de mi padre, de mis tíos, sobre personajes antiguos de San Bernardo; don Fidel Angulo, don Emiliano Figueroa Larraín, don Jorge Valdivieso Blanco; numerosos personajes, por ende me fue interesando la historia y sus personalidades” – cuenta
Don Jorge Valdivieso Blanco, Liberal, además de regidor, fue alcalde de nuestra ciudad y realizó importantes adelantos, como calles, plazas, fundó también el Cuerpo de Bomberos, fue diputado por el antiguo Departamento de La Victoria cuya cabeza departamental era San Bernardo, también por tres períodos, entre 1903 y 1918
- ¿San Bernardo, ciudad del futuro? – inquiero
“Muy conocido durante harto tiempo…sí, desgraciadamente no pasó más de ser un eslogan porque definitivamente no es la ciudad del futuro. El problema es que estamos muy cerca de Santiago, entonces nos absorbe y eso es un problema que se viene planteando desde mucho tiempo atrás, no es un problema que haya descubierto yo ni mucho menos; ya hay escritos, en los años ’50 que hablan del peligro de ser absorbidos por Santiago y eso impide que se desarrolle con vida propia, que podría tenerla hoy como cualquier ciudad pequeña o mediana de la zona central; San Fernando, Curicó, etcétera” – resume
Cree que sí existe la identidad de “ser sanbernardino”; prueba de ello es la instalación de la Maestranza Central de Ferrocarriles de San Bernardo que marcó un antes y un después. Hecho irrebatible entre historiadores
“La Maestranza empezó a funcionar en 1920, pero los estudios comienzan a fines del siglo XIX.
San Bernardo fue una ciudad de carácter aristocrático en el que las familias venían a veranear; no se acostumbraba a ir a la playa, esa va a ser una costumbre que va a venir con el siglo XX, por lo tanto en el siglo XIX se decía que San Bernardo era un lugar con ‘aire más fresco’ y la gente aristocrática veraneaba aquí; de hecho muchos tenían sus propiedades o las arrendaban para pasar el mes de febrero, y esa temporada terminaba con un carnaval; eso marcaba el fin del período veraniego. Con el tiempo empieza la moda de ir a veranear a la playa; Viña, Cartagena que son los primeros balnearios que aparecen y se abandona un poco a San Bernardo en ese sentido, por otro lado aparece la Maestranza con una gran cantidad de trabajadores que llegan, en primer lugar porque no existían en la región que hoy es la Metropolitana, trabajadores ferroviarios, entonces son traídos principalmente del sur, de Temuco y otros lugares, y se instalan las primeras poblaciones de maestrancinos.
La Maestranza va a llegar a ser sin duda, un centro que va a marcar la vida sanbernardina en muchos aspectos; en primer lugar por la cantidad de trabajadores que tuvo. El comercio se vio favorecido enormemente; el día de pago de los maestrancinos era un día que todos los comerciantes se sobaban las manos, por decirlo así, era un día de mucha actividad, por otro lado también marcaba el fin de la época que yo llamo ‘de oro de la cultura’; no olvidemos que entre 1900 y 1925, San Bernardo fue un centro literario y artístico importantísimo en el país porque una de las cosas que se valoraba era su tranquilidad, e insisto, su cercanía a Santiago.
Era un pueblo tranquilo, pacífico, ideal para un escritor, un pintor, un músico, para alguien que quisiera crear era ideal, y de hecho va a ser el centro literario por la figura de Manuel Magallanes Moure que llega a vivir aquí, él era de La Serena, y fallece en 1924.
Otra de las personalidades importantes era don Francisco Zapata Lillo, profesor de francés del Instituto Pedagógico que también llega a San Bernardo, él era de Talca, hacia la misma época y curiosamente fallece en 1925, entonces eso marca el fin de una época.
Otro de los escritores que llega a vivir; Baldomero Lillo, fallece en 1923, aquí, en San Bernardo, entonces entre 1900 y 1925, digámoslo así, fue una época de gran esplendor; estuvo la Colonia Tolstoyana dirigida por Augusto D’Halmar.
La Colonia era una unión de artistas, escritores, pintores, músicos…Pablo Burchard, Julio Ortiz de Zárate; ellos se reúnen en este ‘pueblecito casto y perfumado’, como lo va a decir Fernando Santiván” – explica
No olvidemos que Manuel Magallanes Moure fue alcalde de San Bernardo, fundó la Colonia Tolstoyana, perteneció al grupo de “Los Diez” y fundó el Ateneo:
“Continúa viajando, periódicamente, a San Bernardo. Se siente feliz en esa ciudad de calles dormidas, lejos del bullicio de Santiago. Ahí está todo lo que necesita para ser feliz. Ahí está quien da sentido a su vida”, escribió Mireya Redondo Magallanes en su libro “De mis días tristes”
“Diría que el primero que se interesa por la historia es un señor que se llama Narciso Castañeda. Fue secretario de Benjamín Vicuña Mackenna y participó en varias actividades del progreso de San Bernardo junto a otros jóvenes de la época. Finalmente se produce la Guerra del Pacífico y él es uno de los que forma parte y organiza el ‘Batallón Victoria’ que va a ir a la guerra.
De regreso, ya en el siglo XX, empieza a escribir una serie de recuerdos, porque él es de las familias, quizás la única que se conserva hasta hoy, originarias de San Bernardo, porque su padre había sido amigo de don Domingo Eyzaguirre, fundador de nuestra ciudad.
Por ejemplo, la fundación es el 9 de febrero de 1821. En alguna época se empezó a celebrar el día 12 de febrero, como fecha de fundación de la ciudad. Él comenzó una campaña en los periódicos de la época para decir ‘no…no es el 12 de febrero, es el 9 de febrero’, hasta que ganó y volvió a ser la costumbre de celebrarlo el día 9 y no el 12.
Es el primero que se interesa por la historia de San Bernardo, después viene don Mario Arroyo; era abogado, juez de policía local, pero un hombre dedicado a las letras, poeta principalmente y escribió acerca de recuerdos de su juventud, aunque él también es una persona que llega a San Bernardo. Si pensamos, San Bernardo está hecho de gente que en algún momento llega aquí, a la ciudad, y sus descendientes se quedan y van formando familias, todas llegaron en algún momento; los Aylwin, por dar un ejemplo, don Miguel Aylwin llega ya siendo ministro de la Corte Suprema.
Las colonias…para qué decir, la española, italiana, árabe van llegando a comienzos del siglo XX; entonces, volviendo a la historia, esas dos personas son las iniciadoras de lo que es la historia de San Bernardo; Narciso Castañeda y Mario Arroyo; ahora yo con mis estudios de historia, por supuesto, como profesor, ya uno más o menos lo preparan para investigar. He hecho un trabajo diría, más científico, por decirlo de alguna manera, más profesional quizás, en el sentido ya de dedicarme con un ojo de historiador y unir todas estas cosas que estaban dispersas, para unirlas en torno a una visión general” – dice
Haciendo un paréntesis, Narciso Castañeda “Nació en nuestra ciudad de San Bernardo, en la actual calle Eyzaguirre, el 29 de octubre de 1849. Fue hijo de Benito Castañeda, amigo personal de don Domingo Eyzaguirre y que se había establecido en la Villa de San Bernardo poco después de su fundación.
Realizó sus estudios en el Internado de Sagrados Corazones de Santiago. Una vez terminados sus estudios se desempeñó como secretario de Benjamín Vicuña Mackenna; cajero del Cerro Santa Lucía, donde Vicuña Mackenna era el Intendente de Santiago; fue igualmente prosecretario de la Municipalidad de Santiago, correspondiéndole copiar las primeras actas del Cabildo. Por último cabe mencionar que Castañeda, ejerció como secretario de Vicuña Mackenna entre 1872 y 1875.
En 1879, al producirse la Guerra del Pacífico, don Narciso Castañeda, junto a otras personalidades de San Bernardo organizaron la Brigada Maipú y posteriormente el Batallón Victoria” – escribió el investigador histórico Mauricio Oyarzún
“…aquí no había nada, eso surge a raíz de los canales del Maipo y la creación, primero del canal del Maipo que hoy día conocemos como Canal San Carlos, que lleva aguas del río Maipo al río Mapocho, y de ahí surgen otros canales, y esto provocará, que esta zona, que era un peladero absoluto empiece a tener vida agrícola y útil para el asentamiento de las personas. Aquí se funda esta villa, pero en los alrededores, en las cercanías del río Maipo, sí había población indígena; hasta hoy se conservan restos, por eso está el pucará del cerro Chena. Cuando los incas llegan aquí, instalan ese pucará que originariamente se pensó era una fortaleza; ahora se piensa que es una huaca; un centro ceremonial más que una fortaleza militar”
Raúl Besoaín es profesor de Historia y Geografía, titulado en la Universidad de Chile, con un postítulo en Administración Educacional, un Magister en Gestión Educativa y un Diplomado en Humanidades y Arte, además ha escrito numerosos libros de historia, entre los que destacan: “René Amengual, un enamorado de la Música”, “150 años de Historia del Colegio de los Sagrados Corazones”, “Don Miguel, una biografía de don Miguel Aylwin”, “Historia del Liceo de Niñas Elvira Brady Maldonado”.
Por muchos años trabajó en el liceo de su juventud; Fidel Pinochet Le-Brun, donde llegó a ser su Director:
“Soy un hombre formado en la educación pública, en la Escuela N° 7, en el Liceo de Hombres, en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile. Para mí, la decadencia de la educación, de la que tanto se habla hoy, parte de la municipalización.
La idea era eliminar al Estado de todas las actividades, pero el hecho es que la municipalización no ha significado que se establezcan criterios educativos propios de cada comuna o de cada zona, como supongo que a lo mejor podría haber sido el objetivo de la municipalización. Nunca ha habido aquí una política educativa a nivel de la comuna; la corporación de educación no ha hecho más que administrar buena o malamente los colegios y nada más. Hoy día vemos que está malamente porque tiene una deuda tremenda y un conflicto con los profesores, entonces nunca ha existido, como digo, una política educativa a nivel comunal, y por lo tanto nunca ha habido interés por incorporar la historia de la comuna dentro de los planes de estudio, como debiera ser, salvo contadas excepciones de algunos profesores que se interesan en forma individual, no como política del municipio, y logran que sus alumnos se interesen por investigar la historia de San Bernardo” – me dice, a propósito de la ausencia total de planes y programas de historia local en todos los colegios
- ¿Por qué tomó la decisión de publicar una tercera edición del libro ‘Historia de la Ciudad de San Bernardo? ¿qué novedades trae?
“La tercera edición de este libro de la historia de San Bernardo, mantiene la misma estructura, por decirlo así, de las primeras y las segundas ediciones. La primera y la segunda aparecieron cercanas, en los años 90, esta nueva incorpora nuevos estudios. Han surgido muchos historiadores jóvenes; ellos han hecho estudios sobre diferentes aspectos de San Bernardo, entonces me parecía importante incorporar esos estudios, por ejemplo en el caso de la arqueología; los primeros estudios que se hicieron en el pucará de Chena, los hizo Rubén Stehberg, arqueólogo e investigador que planteó la idea de esta fortaleza militar o pucará, sin embargo nuevos estudios realizados por el mismo Stehberg y por otros arqueólogos, han llegado a la idea de que más que una fortaleza es un centro ceremonial, una huaca, y así otros estudios, por ejemplo sobre la Maestranza, muy interesantes; el mismo estudio sobre el paso del planeta Venus sobre el sol que causó gran interés científico a nivel mundial en 1882 y que tuvo a San Bernardo como centro de esas investigaciones. Entonces, era necesario incorporar todo eso, actualizarlo, es lo que he tratado de hacer, manteniendo el esquema del libro, porque insisto, San Bernardo es una ciudad, pequeña pero ciudad.
Aumentó en cuanto a número de páginas, porque…claro, por las nuevas visiones que se incorporaron, abarcando hasta 1990”
- ¿Continuará actualizándolo, por ejemplo con una cuarta edición, abarcando más allá de los años 90?
Don Raúl piensa, se demora un poco en responder, toma el libro entre sus manos, lo observa. Después de segundos eternos, me responde:
“No sé…creo que ya no me quedan muchas posibilidades de seguir pensando muy a futuro; serán otros historiadores los que hagan cuartas ediciones, más actualizadas todavía”
- ¿Qué opina sobre el abandono de nuestros monumentos nacionales?
“Es un problema sin duda el abandono de los monumentos, por ejemplo el caso de la estación de ferrocarriles; no entiendo por qué la empresa de ferrocarriles no utiliza ese edificio. La línea férrea sigue pasando por ahí, el edificio está simplemente deteriorándose; en cambio, si tuviera uso se conservaría mejor.
En estos momentos estoy en una campaña para restituir la espada del monumento de Bernardo O’Higgins que fue vandalizado durante el estallido social, a alguien no se le ocurrió nada mejor que romper la espada de O’Higgins, que es el inspirador, como lo dice el monumento, de la fundación de San Bernardo y que lleva el nombre de él, obviamente. Resulta que esa espada la sacaron pero la tiraron ahí, quedó botada y ha estado guardada durante todo este tiempo; han pasado tres alcaldes y ninguno ha hecho nada.
Estoy en campaña para que se restituya, y espero pronto podamos ver la espada puesta en el monumento” – aclara
Lo invito a pensar y viajar al San Bernardo del futuro, como rezó el eslogan, imaginándolo en unos 50 años más; algo difícil, porque es probable que nadie esté vivo para entonces, sin embargo es interesante hacerlo:
“El desafío más importante es poder lograr mantener la identidad de San Bernardo, que en 50 años más podamos decir que sí tenemos identidad, que se mantiene como un pueblo, como una ciudad pequeña, digámoslo así, pero como un pueblo distinto de Santiago, que tiene una vida propia distinta”