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Ruby Saavedra, toda una vida dedicada a la educación

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Profesora de Estado en Historia, Geografía, y Educación Cívica de la Universidad de Chile, escritora e integrante del Centro Literario Ateneo de San Bernardo
Soy nacida y criada en San Bernardo, en esta misma calle, Balmaceda, al otro lado de la línea del tren, frente a la Escuela de Infantería, después llegamos a esta población que fue inaugurada por Ibáñez.

Cerca de aquí vivió el gran ciclista Juan Pérez que murió sin reconocimiento, lamentablemente.

En una de las casas-quinta funcionaba el centro cultural de la población Santa Marta y podríamos decir que fue la primera parcelación del fundo La Portada.

Una de esas casas era frecuentada por políticos Radicales, mientras que en otra de las quintas vivía el doctor Feliú donde llegaban muchos intelectuales, entre ellos los hermanos Fontecilla, hijos del dueño del fundo La Portada, uno era poeta y el otro músico, además de abogados.

La historia de esta población está ligada a la Escuela de Aviación cuando pertenecía a San Bernardo.

Mi padre murió en un accidente, era muy alocado y sospechábamos que algo malo podía pasarle en cualquier momento porque tenía la mala costumbre de subirse al tren en marcha.

El accidente ocurrió durante un paseo, en Peumo, donde vivía una prima de mi mamá que era casada con el Jefe de Estación.

En esa ocasión, unos mellizos celebraban su primera comunión y mis papás eran sus padrinos.

Viajamos en vísperas de Año Nuevo; lo habíamos pasado muy bien y de regreso, un 3 de enero, mi papá, como siempre, se demoró más de la cuenta en abordar y mientras tanto nosotros con mi mamá alegábamos arriba del tren que se puso en marcha y luego se detuvo.

A continuación una tía nos dice que no bajemos porque mi papá se había caído y un carro pasó sobre su pierna.

Resultó herido de gravedad y durante la operación perdió mucha sangre porque no le aplicaron un torniquete oportunamente.

Tenía apenas 37 años y yo con mi hermano, de 12 y 13 años, terminando la infancia y comenzando la adolescencia.

La vida de nuestra madre no fue fácil; enfermó cuando esperaba al cuarto hijo, además mi hermanito de 6 meses había muerto y quedamos en poder de mi abuela.

Pensamos, al verla tan mal, que la perdíamos ya que vivía encerrada con problemas de salud.

Con ella vivimos en una residencial en el mismo lugar donde funcionó la Casa de Cultura Artística de San Bernardo, una casa grande de calle Arturo Prat.

En ese tiempo mi hermano tomó la decisión de internarse y postular para seguir la vocación de sacerdote e hizo su noviciado en los Claretianos, cuando tenía 15 años.

Él hizo la preparatoria en el liceo de hombres y yo en el de niñas y recuerdo que pasábamos en huelga, por eso una pariente de buena situación económica (prima de mi abuela), era benefactora de los sacerdotes, consiguió una beca en Los Claretianos, un colegio que estaba ubicado en el paradero 9 de la Gran Avenida.

En los Claretianos la educación era muy completa, sin embargo una vez que se retiró tuvo que volver al liceo de hombres y adaptarse.

A los 4 años decidí que sería profesora, porque vivíamos frente a la Escuela 2, por Urmeneta y veía salir y entrar a las niñas de ese lugar.

En ese tiempo no se podía ir al colegio hasta cumplir 7 años de edad, y tuvimos la suerte de conocer a un amigo rotario donde arrendábamos, que hizo las gestiones para que me inscribieran a los 6 años y para que mi hermano hiciera el Kindergarten cuando estaban recién apareciendo en Chile.

Siempre me gustó el “saber”, todos pensaban que era agrandada para mi edad, debe ser porque mi papá venía a almorzar y veíamos las noticias, el “Reporter Esso”; teníamos que estar en silencio, como era antes, y me llamaba la atención lo que ocurría en Chile y el mundo.

En esa época estaba el contexto de la Guerra Mundial, yo nací cuando empezaba la Segunda Guerra, el año 39, después los años 44,45 y 46, después vino lo de Corea.

A mi papá le pedía que comprara las “Selecciones del Reader’s Digest” en vez de las revistas de monos como era el común de los niños.

Así comenzó todo, después en el liceo de Niñas, cuando entré a Sexto de Preparatoria y Primero de Humanidades, en general me gustaban las Ciencias Sociales y la Geografía.

Mi madre siempre fue buena para la Geografía; tengo sus certificados de Preparatoria (antes se llamaba “Secciones”), y sus notas eran excelentes, además cuando nos esperaba en el vientre repetía que nosotros íbamos a hacer todo lo que ella no pudo y una de esas cosas era ser profesora.

También me gustaba la Biología, la Física, las Matemáticas, lo que me sirvió para estudiar la geografía, por los mapas y dibujos que teníamos que hacer, mientras que mi hermano era más Humanista, él ha sido mejor para el Castellano que yo.

Con mi hermano estudiamos gratis en la Universidad, pese a que éramos hijos de una madre viuda, la Universidad de Chile tenía tres tramos; uno para las familias de mala situación económica que no podían pagar, otros que sí y algunos sólo la mitad y nunca hicieron una diferencia porque era un sistema democrático con profesores excelentes, tuve a Juan Gómez Millas y Sergio Villalobos, aunque éste no nos gustaba mucho porque era muy “creído”, comparado con los catedráticos que mientras más sabios eran, más sencillos se comportaban.

En general, los colegios de San Bernardo nunca fueron muy buenos, yo estudiaba por mi cuenta, los profesores iban muy atrasados en las materias e incluso algunos enseñaban erradamente, eso lo supe después cuando hice la práctica en liceos más renovados y experimentales.

La educación pública no ha sido de las mejores, porque está entregada al comercio y en un país subdesarrollado, la educación y la salud no pueden estar en manos del mercado, tan simple como eso y nadie puede desmentir los hechos históricos, por eso el futuro lo veo muy mal y lo digo en mi último libro, sin embargo ojalá me equivoque.

He escrito y publicado varios libros, sobre inteligencia emocional, términos jurídicos y ecología, por ejemplo el primero se llamó “La Tierra Amenazada” con el que gané dos premios municipales de literatura, primero en obras inéditas y después en obras publicadas. En él hablo sobre las 10 plagas que nos amenazan; los problemas de la atmósfera, la contaminación, la pérdida de la capa de ozono, la contaminación de los alimentos, la erosión de la Tierra, el exterminio de las especies, de animales especialmente; en Chile hay varios casos, por ejemplo el de un hombre en las Termas del Flaco que iba por toda la zona cordillerana recogiendo especies silvestres; culebras, arañas y lagartijas para exportarlas a Europa.

¿Sabías que Chile ha exportado millones de lagartijas que cumplen una función ecológica fundamental, al igual que las culebras que mantienen a raya a los ratones?, y por si no sabes Santiago tiene 5 ratones por cada habitante; si somos 6 ó 7 millones, como promedio, convivimos con 35 millones de ellos.

Llevo trabajando más de 40 años en temas de medio ambiente; hago mis letreros y voy al Cajón del Maipo para que la gente no vaya a botar animales, he hecho campañas aprovechando cartones y con los mismos hago juegos de dominó y tablas de multiplicar para los niños.

En San Bernardo hago 5 voluntariados, entre ellos de ecología y para recoger animales atropellados, después se los llevo a un veterinario amigo que cobra barato.

Cada vez que camino al centro recojo botellas plásticas y de vidrio para dejarlas en el centro de reciclaje. Algunas profesoras jubiladas me dicen que deje de “tontear” y que me dedique a pasarlo bien, que ya he trabajado por este país sin recibir pago alguno, pero yo les digo que es un privilegio hacer voluntariados.

Mi familia también me pregunta por qué no tengo un televisor moderno, por qué no tengo esto o lo otro, incluso dentro de poco me voy a deshacer del auto porque estoy aburrida de manejar. Antes andaba en bicicleta, pero ya no la uso por mi enfermedad en los huesos.

Para ser profesor, primero hay que tener amor por el conocimiento, una no se tiene que cansar de saber y saber, tenemos que ser especialistas en enseñar.

He recibido varios premios, entre ellos municipales, de medio ambiente, como mujer destacada de San Bernardo, en el Liceo de Niñas el año 2000, también he participado en dos centros literarios, en el Ateneo y en el Chena Mario Ferrero, donde lo conocí junto a Jorge Jobet, dos escritores extraordinarios.

Así es mi historia en San Bernardo, una ciudad con mucho ruido, donde existe mucha desconfianza, pese a que antes las casas no tenían rejas y vivíamos más tranquilos.

Eso sí, esta villa ha sido poco unida, muchos se han ido, otros han muerto, además antiguamente los militares resguardaban las casas de los oficiales y eso fue cuestionado por las personas.

Como mensaje, puedo decir que nunca dejen de luchar por la justicia, porque Chile es uno de los países más injustos del mundo y la injusticia es la base de la intranquilidad social. Una sociedad más tranquila no necesariamente es la más rica; muchos quieren que Chile sea más rico y yo aspiro a un país que sea más feliz y humano.

Hace mucho que dejé el consumismo, por ejemplo no conozco los Malls y siempre me consideré libre para hacer mis cosas; les hablaba a las niñas de todo, organizaba reuniones especiales con los padres, incentivándolos para educar a los hijos para la libertad.

Para terminar, quiero recordar un hecho de tipo arqueológico que me parece interesante.

Fue una tarde, no recuerdo por qué estaba esa mañana en mi casa y por qué no tenía clases, el asunto es que don Francisco estaba haciendo un despacho en vivo a través del canal 13 en la orilla de la carretera, frente a Carozzi, en una excavación arqueológica encontrada mientras realizaban trabajos en ese fundo.

Hallaron un cementerio indígena con cacharros y cuerpos, es decir un contexto funerario.

De inmediato partí en la Citroneta al sitio del hallazgo y al llegar me encontré con don Francisco instalado allí, transmitiendo en directo y conversando con arqueólogos y antropólogos; más allá unos estudiantes sacaban cosas con unos instrumentos muy finos.

Pude ver momias, aríbalos de influencia inca y diaguita, tomando en cuenta que los indígenas de la zona central no eran tan avanzados en alfarería.

Me impactó la forma de trabajar de los arqueólogos, la acuciosidad para sacar cacharros y cuerpos con una espátula, en un espacio de 30 por 40 metros, aproximadamente.

Supuestamente los descubrimientos fueron llevados al Museo de Historia Natural.

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