LAS ESTACIONES POÉTICAS DE NELLY SALAS
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LA LUNA, SEGÚN ROSSANA SALAS

Para el periódico “La Voz de San Bernardo”

 

“Cuentos de Luna”(Editorial Letra Clara), es el nuevo trabajo de la escritora Rossana Salas Lobos y que transita entre diversos mundos y paisajes, incluyendo a San Bernardo como el comienzo de ese viaje.

Conversamos con la autora y develamos algunos de sus cuentos que hablan de amor, soledad, nostalgia y un presente al sur de nuestro país.

¿Cómo fue el proceso de escribir “Cuentos de Luna” desde tus experiencias y viajes por ambas patrias?

Como todo inicio, nace con la necesidad de escribir, de internalizar esa necesidad de expresar, experimentando  los sentimientos, tratando de darle un sentido inequívoco o, tal vez, allanando la verdad en el interior de la autora, y reflejar en su voz experiencias, recuerdos de la patria de la infancia, esa llena de sueños, miedos, incertidumbre en los ojos de una niña que solía jugar en verano hasta media noche, competir a mano limpia con los chicos de su cuadra, vivir la emoción indómita que mi madre y abuela me dio para compartir de igual a igual con los chicos y descubrir que podía ser tan competente en todo aquel mundo masculino que nos diferenciaba socialmente en varones y hembras.

Posteriormente, el alba de una adolescencia fuera de Chile, en un país de iguales y de extraordinarias posibilidades. Etapa de infinitas decisiones de vida, estudiar lejos de mi familia, una chica de 17 años enfrentando la madurez o lo que yo consideraba ser una adulta en una universidad de más de doscientos años, y forjar esa búsqueda interior de ayudar a los demás como médico, ¿apostolado? Sacrificios, crianza de los hijos, responsabilidades por kilo que también están detrás de cada frase de mi obra.

La experiencia profesional, los retos, los golpes ante la vida que se escapa de las manos y esas primeras experiencias están en mis cuentos: “El viaje”, “Mocayes”, “El angelito de Chacantá”, entre otros.

Luego, tú mismo fuiste parte de ese reencuentro con Chile, en el año 2012, y me entrevistaste  en el Canelo de Nos y participamos de eventos literarios como “100 mil poetas por el cambio”, en ese momento, de fusión de ambas patrias, la nostalgia, el asombro, quedaron plasmados en “reencuentro” y “cerrando ciclos” Aquí se produce en la autora un quiebre, y enfrentar al nuevo Chile se convierte en dolor por una parte, porque comienza a desdibujarse el idealismo de la niñez para confrontar un país herido, autómata, con ciudadanos llenos de prejuicios que ahora mi yo adulto trata de comprender, y aunque lo respeto, no lo comparto, prefiero ser abierta, no callarme, no ser otro ser psicológicamente inestable o reprimido socialmente y es una crítica muy íntima que me persigue y aún busco el momento y las palabras para que fluyan en nuevos cuentos.

Puedo decir que el proceso creativo nunca termina, se afina según la intencionalidad del yo autor y el yo lector. En esta simbiosis que retroalimenta la fibra y esencia en la narrativa siempre existirá el misterio, la duda, lo ficcional que impulsa el acto de crear y jugar con la trama.

¿Cómo reflejas en tu escritura esos dos mundos?

Cada texto lleva consigo dolor, perdidas, amor, soledad, mensajes que nos llevan a reflexionar y confrontar una creencia contra una realidad, una duda que sobrepasa y se transforma en obsesiva actitud o pensamiento y situaciones extremas que conmueven nuestra humanidad, así tenemos “Tormenta de navidad”, “El juego”, “El zarcillo”, “Celos”.

Vivir entre dos sociedades me permite abordar de una forma particular la narrativa, yo diría,  muy simple, sin redundancia, con mucha calidez, pero a la vez cruda, sin perder la esencia de la vida y lo que esta vale cuando se desnuda ante la impunidad, ante lo peor del ser humano que es humillar y la falta de empatía cuando las sombras superan la dignidad, y quebrantan las voluntades sociales: “Desaparecidos”, “El héroe”, “El Terminal”, son algunas experiencias desgarradoras que te paralizan y enfrían tu alma.

¿Cómo fue el tránsito de la poesía al cuento breve?

Es verdad que mi primera publicación fue un poemario: “Mujeres y Sombras”,  aquí en Chile en el año 2013. Para mí un sueño que culminaba un proyecto de muchos años. Pero no me sentía realmente cómoda con esta figura literaria, necesitaba algo más de libertad y mi voz buscaba otra vía natural que estaba experimentando desde algún tiempo. Lo más sorprendente fue que una vez que inicié con los microcuentos, me sentí tan a gusto, con soltura suficiente para crear las tramas que no pude parar más. Pues era esta la mejor forma de expresar un imaginario de país, un imaginario de mis recuerdos, un imaginario contemplativo de ese mundo que me pedía a gritos fluyera. Así  aborde, así acepte el reto, así sigo sembrando mundos que puedan ser conquistados en segundos, degustados, repudiados, admirados y criticados. Nadie es dueño de una verdad absoluta, pisamos una y otra vez donde nuestro sentido halla el camino y el cauce para cada pasión.

¿Cuáles son los tópicos que más registras en tu obra?

La soledad, las pérdidas, el amor, la nostalgia, la tristeza, el dolor, la pobreza.

Si tuvieras que describir tu actual trabajo con una paleta de colores, ¿cuál sería esa paleta?

Definitivamente, no sería un color específico, el mundo es el resultado de mixturas no solo de colores, texturas, sonidos entre muchos elementos más. Todo lo necesario desde un punto de vista tanto fisiológico como emocional, donde los sentidos son los pilares de cada emoción, y de la forma que estos son percibidos o somatizan en el cuerpo. Te podría decir que las enfermedades no son otra cosa que sentimientos mal canalizados, son situaciones no resueltas, acciones por perdonar y perdonarnos, y cada uno de estos elementos tiene su propia amalgama de colores. Sabemos que la luz blanca tal cual la percibimos no es blanca, sino el resultado de todos los tonos donde el blanco es el único que se refleja y por eso podemos observarlo.

Lo más hermoso de describir la vida en colores es que cada uno la percibe con su color favorito. Para mí es el rosado del alba, el dorado intenso del sol en verano, fucsia en el atardecer, azul infinito cuando abrazo a quien amo, pero nunca negro, por más terrible que sea la situación no es color opcional en mi paleta personal, pero sí en mis tramas al exaltar la carencia y la inhumanidad, ejemplo “La Marea Negra

¿Qué papel juega la nostalgia en tu obra?

Nostalgia es un concepto que repleta mi imaginario. Desde que dejé mi país una fría mañana de primavera, tratando de adosar cada calle, cada casa, las miradas de mis amigos a mi ser, porque no quería olvidar, no quería decir que lo dejaba todo, quería atrapar esas risas, ese recuerdo de una niña de 11 años cuya huella ancestral significaba pertenencia.

Luego la nostalgia se fue amalgamando entre conceptos y revelaciones de un yo interior difuso, enérgico, que disfrutaba de ser genero e ímpetu. La nostalgia se revelaba dejando de ser cualquier tipo de concepto para transmutarse en compañera frecuente, inesperada, vacilante pero finalmente una buena opción para seguir.

Hay una poesía que marcó mi nostalgia y una etapa de mi vida…”mi casa, que ya no es mi casa…” aquí nostalgia y dolor y las risas de los hijos perdidos en las paredes, hacen eco perpetuo de una nueva soledad, “Mujeres y sombras” 2013.

La nostalgia es el elemento común, repetitivo y básico de mi obra, la niña de “mirada triste” como decía mi Padre, aún busca reconciliarse con la vida.

¿Qué recuerdos atesoras de San Bernardo?

San Bernardo para mí es el inicio de mis recuerdos, aquí me crie, aquí mi infancia fue un descubrir constante, lleno de aventuras, a veces riesgosas y con facturas elevadas, pero el lienzo de lo que hoy es Rossana. La autora del reencuentro, la autora de esas mágicas fiestas de la primavera, donde una vez me vestí de hongo y recorrí las calles en un carro alegórico saludando debajo de un gran sombrero en todo su trayecto sintiéndome parte importante de esa naturaleza que representábamos. El baile de la cuadrilla en el Teatro de San Bernardo, donde solo mi nana “Mariluz” era la única que me acompañó ya que mis padres trabajaban. La escuela Básica N°2 de Niñas, donde viví las mejores historias de terror y misterio. Aquí vivencié situaciones que aún hoy me pregunto si fueron reales, tanta ficcionalidad despertaba en esta escritora tramas de ensueño.

La Villa Chena donde viví y donde lloré, donde un día fatídico descubrí que la tranquilidad de un país podía transformarse en la peor guerra y que atreverse a mirar a través de una ventana significaba ver un militar armado dispuesto a cegar tus sueños.

Recordar el jardín de tierra de la casa de mi abuela ubicada en la Gran Avenida, mi perro Kiné que no pude alejar de mis historias, el gran parrón de mi abuela, el tablón donde pasaba las tardes leyendo cuentos y jugando con las nubes en el cielo que también me hablaban sobre hermosas tramas de nunca acabar.

¿Qué viene este próximo o los próximos años?

Te podría decir que esta situación de Pandemia ha trasformado toda programación desde el punto de vista laboral, como médico, porque nos cambió la forma de evaluar a nuestros pacientes, y ahora trabajamos el doble. Ahora hemos aprendido que el estar separados y en cuarentena, nos ha llevado a los trabajadores del sector salud a evaluar cada paciente en su propio contexto familiar, de forma integral como es el deber ser en la atención primaria y este esfuerzo por minimizar el daño y todos aquellos factores de riesgo, se ha convertido en un reto que va más allá de un sistema ineficiente de reválida que sigue ocasionando demoras en la salud ya que  se necesita del esfuerzo de todos, de los propios formados en Chile, como de los extranjeros o chilenos capacitados en el exterior para cambiar el paradigma en la atención de salud. Esto como un paréntesis que no podía dejar pasar.

Pero mi próximo proyecto es un libro de cuentos infantiles, que preparé hace dos años y que está en manos de la editorial Letra Clara. “Los cuentos de Lucas”, son una serie de historias que representan los distintos valores que se fortalecen durante la infancia, Un despertar para reconocernos a través de hermosas y sensibles tramas, y que de forma clara y directa puede desarrollar en cada niño un sentimiento específico, un mensaje y una moraleja.

Mi objetivo es mantener mi trabajo en manos de Letra Clara y que ellos sigan confiando en mí.

Tu frase favorita de “Cuentos de Luna”

Mi frase favorita se resume en el titulo precisamente. La luna es un símbolo repetitivo en mi obra, porque la luna significa para mi transformación, iluminación, el camino a través de la oscuridad, la esperanza de soñar.

“Cuentos de Luna”, en su mayoría fue escrito de noche, buscando un momento de soledad, de sosiego, de esa energía cósmica que brilla y deslumbra la memoria.

“Cuentos de Luna” representa un sueño vivido, una puerta a dos mundos, un rincón lleno de secretos ocultos, una ventana a donde quiera llegar cada lector.

SOBRE LA AUTORA:

Rossana Salas Lobos es médico y escritora.
Magíster en Literatura Latinoamericana de la UPEL, Maturín, Estado de Monagas, Venezuela.
Desde el 2019 forma parte de la Red de Escritores del Estado de Monagas y del papel Literario “Pez de Plata”. Esta publicación, el año 2012 recibe el primer lugar como Mejor Edición Digital del año en Venezuela.
Obtuvo el segundo lugar en el concurso de poesía PDVSA el año 2012 con “Cuento de Navidad”, luego, el año 2013 por Originalidad con “Una Tormenta de Navidad”.
Coautora en las antologías “Letras Kiltras” (Chile), “Érase una vez un microcuento” (España) y “Resplandor Petrolero” (Venezuela).
Nombrada “Embajadora de la Palabra en idioma español en su país”, por la Fundación César Egido Serrano (Madrid, España).
El año 2012 participa en el Encuentro Internacional “100 Mil Poetas por el Cambio” en El Canelo de Nos, San Bernardo. Desde ese año forma parte de la Sociedad Venezolana de Medicina Familiar, Capítulo Monagas Delta Amacuro, como Secretaria de Credenciales.
Ha publicado el poemario “Mujeres y Sombras” (Renku Editores, 2013) y la primera edición de “Cuentos de Luna” (Renku Editores, 2014).
Actualmente se desempeña como médico en el CESFAM Michelle Chandía Alarcón de Coihueco, Chillán, Chile.

Lilia Hernández Vergara escribió sobre el libro “Cuentos de Luna” en el prólogo titulado “La Búsqueda de Respuestas ante la incertidumbre”:

Cuentos de Luna de Rossana Salas Lobos, es un libro de relatos hiperbreves y cuentos cortos, de amplia originalidad, en el que la autora despliega su destreza para narrar de forma condensada, con precisión en las palabras y donde el título juega un papel esencial para direccionar al lector; resulta fundamental mencionar este aspecto, porque es como Rossana juega con nosotros durante toda la lectura, transformándonos en intuitivos para deducir los acontecimientos, pues la compleción de las historias están contadas de manera implícita.

Para comenzar, diremos que Salas posee una vasta imaginación, lo que puede apreciarse en la diversidad de temas, como la vida en ambivalencia con la muerte, la bestialidad desdibujada por la esperanza, y más aún, la desesperanza iluminada por la luna. Ante todo, la desfiguración y decadencia humana, soslayada por la creencia en la misericordia. En cada uno de los cuentos, muestra sus propios pensamientos, para que el lector tome conciencia de sí mismo y de la humanidad. Podríamos considerar esta temática el hilo conductor de la obra, ya que desde el inicio, la autora nos interna en la soledad absoluta, lo que nos conduce a vernos introspectivamente, el breve relato “A solas”, nos invita, tal como lo hiciera Hesse, a “estar en sí mismos”, adentrándonos a la lectura en un estado introspectivo para vislumbrar el mensaje que nos quiere entregar, siempre desde la perspectiva del cuento. Y si desglosamos este enfoque, en que la narradora nos cuenta las historias, vemos que se repiten tópicos, como: el vaivén entre vida-muerte o bestia-humano. Por ejemplo, “El patio de la demencia” expone una imagen de animales destrozando gallinas, “los habitantes del patio enloquecen”, aludiendo a un escenario eviscerado; en analogía podríamos mencionar al autor Eugenio Cambaceres, quien en sus obras devela situaciones que la sociedad pretende ocultar, he aquí que, Rossana Salas examina aquellas situaciones sociales, y las abre con un bisturí, para mostrar el lado enfermo de la sociedad; pongamos por caso: “Ascensión” o “¿A quién le importa?”, relatos cuyos protagonistas se mueven en la precariedad sin que a nadie le importe. La ficción se transforma en un espacio, donde cada instrumento es elegido con pinzas, destinadas a un fin particular, de modo que las palabras: hedor, basura, ratas, bestia o insecto, se repiten para darle mayor énfasis a la miseria, ante una sociedad que observa en la desidia.

Asimismo, es reiterado el uso de tópicos, como: desaparecidos, desarraigo, destino fatalista, tragedia humana, y nos detendremos en el dolor, pues resulta perturbador, la forma en que Rossana nos refiere esta sensación –tanto la experiencia sensorial: dolor físico, como lo emocional: dolor anímico–, cual si fuera observadora testigo hasta el tránsito de la muerte, alineando de fondo la luna para direccionarnos hacia la nocturnidad del desenlace. Sin embargo, expone otras temáticas que, inversas a la agonía y en medio de la ensoñación, nos develan el camino hacia la apertura de lo certero: la nostalgia de la infancia, los recuerdos de hijas o la cosmovisión de la tierra. Verbigracia a esto: “Machitún” nos transporta a la conexión con un alma nueva y en “Regreso a Mocayes” un ser luminoso aparece como una revelación divina. Ante todo, en cada uno de los temas, la autora realiza asociaciones sugerentes para direccionar los acontecimientos y que desencadenen de un modo determinado.

¿Existen otros componentes, con una simbología insistida o con dualidad de significado?, entre lo certero y lo incierto, Rossana incluye elementos que nos trasfieren hacia el inconsciente, como: cajas, espejo, ventana o lugar vacío. Ese lado oscuro podemos entreverlo, sin ir más lejos, en el relato “El Espejo”; aquí nos perdemos en cómo se detuvo el tiempo. Sin embargo, en los relatos de Salas, el manejo del tiempo nos conduce hacia la angustia de que la vida puede cambiar de un momento a otro, nada es constante, excepto el cambio; las circunstancias son impermanentes en su prosa. En el cuento “El tren”, en fracción de segundos, lo que parecía una realidad se transforma en otra paralela, y el personaje cual espectador puede presenciar el escenario. Este aspecto es constante en la narrativa de Cuentos de luna; notoria estrategia para mantenernos en vilo hasta el desenlace.

En consonancia con lo anterior, la autora inserta, de manera inteligente, piezas claves que engranan la trama –hacha, tren, estatuas, entre otros–, objetos a los que debiéramos prestar atención, porque conducirán a los lectores a un devenir inesperado. Recurso que nos refiere a Horacio Quiroga, quien tenía la maestría en esta práctica narrativa y que, además, manejaba la modalidad imaginativa como la presencia de animales, protagonizando las historias en sus obras, pericia que se suma a la temática de Salas y que vemos en el cuento: “Kalajari”, quien personifica a un narrador testigo de los acontecimientos, guiando a un lector deductivo. Análogamente, presenciamos a una narradora impresionada ante el paisaje en el que habita y coexiste con otros seres, a veces diminutos, que también tienen algo que decir. En los relatos nada carece de importancia, ni lo cotidiano ni lo asombroso; todo puede llegar a ser sorprendente, pongamos por caso: “La mariquita”, que refleja la visión de un mundo de posibilidades. Incluso un elemento inanimado, como “La casa” puede cobrar vida. Y luego, los acontecimientos se trasladan a otro escenario, su país de nacimiento, colmados de nostalgia aunque igualmente suele situarse conmovida en aquellos episodios, así lo advertimos en “Reencuentro” o “La partida”. Y en el “Caleuche” nos transmite la búsqueda de respuestas ante la incertidumbre.

En suma, la autora logra que nos impresionemos con los aspectos de su narrativa; dicho lo anterior, es importante mencionar que es el lector, quien debe encontrar la continuidad de estos relatos, lo planteado hasta ahora es una pincelada a la recursividad de temas por descubrir; solo nos queda mencionar que, la obra de Rossana Salas, henchida de poesía, logra precisión de los sentimientos, capturando detalles; inclusive en aquellos cuentos, donde todos podemos identificarnos, como: diferentes, inmigrantes, humildes, héroes, padres, mujeres, niñas, madres. Aquí, cabe mencionar a Clarice Lispector, quien también refería los acontecimientos cotidianos, desde una perspectiva nocturna y lunar, algunos de manera incalificable, donde no sabemos si el relato es narrativo, poético o “Sonata de luna”. Salas, despliega un mundo colmado de imágenes, como ilustración: “Aquelarre” o “De sangre y barro” que parecieran esbozar un lienzo misterioso y que, como lectores, quedamos perplejos, ante la posibilidad de estar detenidos frente a una pintura de diversidad cromática.

Lilia Hernández Vergara
Junio de 2020, Valdivia, Chile

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