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Corporación “DAVI”: Amor y protección por el niño no nacido

1985, fue el año del terremoto que remeció las zonas de Coquimbo, Valparaíso, O’Higgins, Maule, y Metropolitana con una magnitud de 8.0, dejando una lamentable cifra de 178 víctimas fatales, 2.575 heridos, casi un millón de damnificados y más de 143.000 viviendas destruidas.

En San Bernardo muchas casas eran de adobe; construcciones viejas y tradicionales, como la antigua catedral cuyo atrio cedió sobre una multitud que se encontraba en misa de domingo.

El panorama era desolador; los escombros se unían con el pavimento hasta casi desaparecer en la calle, el hospital parroquial aguantó el fuerte movimiento pero permaneció con serios problemas estructurales; muchas construcciones quedaron en ruinas y cientos tuvieron que dormir a la intemperie, presas del miedo a las continuas réplicas.

Muchas madres en plena etapa de gestación no podían volver a sus casas y era menester atenderlas y protegerlas en todo sentido, sin embargo hasta ese momento no existían redes de apoyo, menos en San Bernardo.

En esos días llegó a oídos de un grupo de personas ligadas al quehacer del Instituto Sagrado Corazón (apoderadas),  la noticia de una joven embarazada que vivía al costado de la línea del tren, prácticamente en una especie de refugio.

El grupo, entre las que se encontraba Norma Contreras Ramis, Teresa Orellana y Mónica Zambra, unió fuerzas para conocer el caso. La visitaron, después regresaron, no la encontraron, insistieron para llevarla al hospital y así salvar su embarazo.

De esta forma, aquel día, quedó trazado el camino de la futura Corporación “Davi”, por el niño no nacido.

El siguiente paso fue habilitar una pequeña pieza para resguardar la integridad y la vida de la madre, acompañándola, dándole todos los cuidados necesarios hasta el momento de la concepción.

“Davi”, es “Vida” al revés, mucho más que un juego de simples palabras pues une semánticamente el concepto de una “Vida trastocada”, que intenta salir adelante, recuperarse y optar siempre por la vida.

Han pasado 38 años desde aquella historia, y hoy, con mucho orgullo se levanta la “Villa Tiny” en calle Primero de Mayo, una gran casa que cuenta con todas las comodidades y servicios para recibir a mujeres embarazadas en situación de riesgo social, mayores de 18 años de edad, sin importar su origen o nacionalidad, ofreciéndoles un hogar donde pasar su embarazo y la primera infancia, con alimentación, lavandería, vestimenta, pañales, útiles de aseo, integración a servicios de salud primaria gratuita, todo bajo la tutela de un equipo profesional de cuidadoras y cuidadores quienes entregan dignidad, cariño, comprensión, apoyo familiar, emocional y espiritual.

Empezaron a pulso, casi como una prueba de fe, dejando los pies en la calle, distribuyendo un pequeño volante que decía “¿Estás embarazada? ¿tienes problemas?, ¡llámanos, queremos ayudarte!”

“Llegaron más voluntarias. Llamaban por teléfono a Norma y ella nos decía ‘en tal parte o en tal casa hay una niña que necesita ayuda’. Nos juntábamos a ver sus carencias.

Entonces las jóvenes eran expulsadas de sus casas, por eso empezamos a ver la necesidad de adquirir una pieza para alojarlas.

Juntábamos alimentos, se los dábamos a una persona para que cocinara y recibiera a una o dos niñas, pero ese sistema no nos dio muy buenos resultados. Queríamos que ellas estuvieran bien atendidas.

Luchamos para tener una casa hasta que salió un sitio en esta calle, Primero de Mayo. Hablamos con el Padre Gerardo (Reverendo Gerardo Strijbosch S.C.J.) y se compró la mitad” – cuenta Mónica Zambra

Al comienzo les causaba miedo que la casa fuera de madera; cada vez que escuchaban las sirenas de bomberos no podían dormir tranquilas, pero siguieron construyendo el resto de la obra gruesa a base de gestión, voluntad, y algunos préstamos, levantando con mucho esfuerzo un dormitorio, un comedor, living, cocina y baño.

Aquí apareció la idea de tramitar su personalidad jurídica con el Ministerio de Justicia que mantienen hasta hoy como Corporación.

La “Villa Tiny”, como hogar de acogida, ha abierto las puertas de par en par a cientos de mujeres, tantas que no existen registros fidedignos de la cantidad exacta porque en los primeros años la dinámica de atención privilegiaba el total anonimato, sin fichas de ingreso; ahora cada persona tiene un ingreso y la única condición que se les exige es que esté embarazada, sin importar su nacionalidad o lugar de origen.

Tal vez un libro no de la justicia necesaria para resumir y contar las cientos de historias y vicisitudes que “Davi” ha presenciado en primera persona, incluyendo un gran incendio que sufrieron hace algunos años, la Pandemia también marcó un antes y un después, la posterior reconstrucción del hogar gracias al apoyo incondicional de la Fundación José Nuez Martín que permitió mantener la obra y expandirla hasta la actualidad.

Las realidades se multiplican con cada historia de vida, pero las esperanzas siempre encuentran buen refugio en quienes “dan sin pedir nada a cambio”.

El rol de las asistentes sociales ha sido clave para las derivaciones, por ejemplo en mujeres que sufren violencia intrafamiliar, migrantes sin redes de apoyo, con mala alimentación y desnutrición, en situación de calle, con problemas de consumo de drogas y otros casos mucho más dramáticos.

El hogar “Davi” es el faro, una luz que brilla gracias a almas caritativas que buscan el bien y optan por la vida.

“Cuando estábamos en la calle chocábamos con eso, pero ahí estábamos nosotras, para ofrecerles otros caminos, preservando la vida del bebé.

Hemos acogido a mujeres provenientes de otros países; Perú, Bolivia, Colombia, Venezuela, China, Haití, incluso de África.

Recordamos a una joven venezolana que se vino caminando 3 días desde Perú, pasando por Bolivia, y todo el desierto con su guagüita, sin agua, sin comida, ni nada, ella llegó prácticamente a tener a su bebé.

Intentamos que ellas puedan encontrar redes de apoyo, que trabajen y con el tiempo sus hijas e hijos entren a una sala cuna.

Nosotras sabemos que es difícil. Aquí proporcionamos protección, techo, abrigo, atención de salud, alimento, amor y dignidad”-  cuentan

Es necesario agregar que, a pulso, sin ayuda de gobierno, municipio o iglesia, ellas han sabido, por 38 años, contribuir a la defensa de la vida del niño no nacido y al respeto por las embarazadas, promoviendo la aceptación de los hijos no deseados, con cariño, bondad y responsabilidad.

“Soy consuegra de Norma Contrera Ramis; ella siempre me decía ‘Helma, ¿cuándo vas a ir a Davi?, ¿cuándo vas a ser voluntaria?’. Y, un día llegó una joven haitiana, que no sabía nada de español.

Norma me llamó preocupada y me dijo ‘te necesitamos acá’, porque tú hablas francés y ellas entienden mejor este idioma” – cuenta Helma Rodríguez, vice-presidenta, que se quedó a ayudar y ya lleva varios años.

En una entrevista concedida al medio “The Clinic”, en agosto de 2009, Norma Contreras Ramis, señaló:

“¡Estar sola con un niño, sin ninguna esperanza, sin casa, sin apoyo de ningún tipo! Ésa es la cosa más terrible que hay!”

Ese es uno de los legados de Norma Contreras Ramis que dejó este mundo en 2014.

La Corporación Davi por el Niño no Nacido, está integrada por voluntarias y un directorio formado por Isabel Yáñez; presidenta, Helma Rodríguez; vicepresidenta, Mónica Muñoz; tesorera, Elsa Hidalgo; secretaria y tres directoras; Mónica Zambra, Elvi Gajardo y Carolina Millanao

 

Davi: Calle Primero de Mayo N°681

Teléfonos: +56 22 857 1451 – +56 9 7476 9205

Correo electrónico: corporaciondavi@gmail.com

 

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